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Corea del Norte reabre el turismo en 2025: ¿oportunidad real o espejismo?

Cinco años después de cerrar sus fronteras debido a la pandemia, Corea del Norte reabre tímidamente el turismo extranjero. Sin embargo, esta reapertura está llena de restricciones, condiciones y un control exhaustivo sobre lo que los visitantes pueden ver.

Este retorno paulatino a la actividad turística, ha despertado el interés de muchos viajeros y analistas internacionales, pero también plantea muchas preguntas, pues el régimen de Kim Jong-un ha demostrado una vez más que cualquier apertura se hará bajo sus propios términos. La pregunta clave es si esta reapertura supone una verdadera oportunidad para conocer el país o si solo se trata de un espejismo cuidadosamente diseñado para atraer ingresos. Vamos a analizar los detalles de esta reapertura, los destinos disponibles, las experiencias de los primeros viajeros y los riesgos que implica.

El largo cierre de fronteras: razones y consecuencias

El cierre total de Corea del Norte al turismo comenzó en enero de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 aún estaba en sus primeras etapas. El régimen de Kim Jong-un tomó medidas drásticas, aislándose por completo del exterior, algo que ya había hecho en otras ocasiones, pero nunca con tanta duración.

La precaria infraestructura sanitaria del país no permitía riesgos, y el gobierno optó por la autarquía total. Aunque en un principio se presentó como una medida temporal, la clausura se prolongó durante cinco años, con graves consecuencias para la economía norcoreana. La ausencia de turistas, especialmente chinos, privó al país de millones de dólares en ingresos, agravando la ya frágil situación económica y aumentando su dependencia de Rusia y China.

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Una reapertura limitada: ¿quiénes pueden visitar Corea del Norte?

El regreso del turismo a Corea del Norte en 2025 no es una apertura generalizada, sino una estrategia cuidadosamente controlada. Los primeros en recibir autorización fueron los turistas chinos, que representaban la gran mayoría de los visitantes antes de la pandemia.

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A ellos se sumaron pequeños grupos de rusos y, de forma más selectiva, algunos europeos y australianos a través de agencias especializadas como Young Pioneer Tours y Koryo Tours. Sin embargo, no todos los ciudadanos extranjeros tienen acceso: los surcoreanos y malayos continúan vetados, mientras que los estadounidenses solo pueden ingresar si consiguen la ciudadanía de otro país, como ya ha ocurrido en algún caso conocido.

Rason: el destino estrella y la apuesta turística del régimen

La capital, Pyongyang, permanece fuera del alcance para la mayoría de los turistas, salvo algunas excepciones rusas. Pero la Zona Económica Especial de Rason se ha convertido en el nuevo epicentro turístico. Situada en el noreste del país, cerca de las fronteras con China y Rusia, Rason fue concebida en los años noventa como un experimento de apertura económica. 

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Rason: Corea del Norte

La región ofrece una pequeña ventana a la vida norcoreana bajo condiciones estrictamente controladas por guías del régimen, con visitas organizadas a fábricas, granjas, escuelas, academias de taekwondo y bancos locales, donde puedes vivir la experiencia de abrir una cuenta en el Golden Triangle Bank. Sin embargo, la falta de infraestructura hotelera y las limitaciones logísticas (sin aeropuerto internacional y solo accesible por carretera) hacen que la experiencia resulte más austera que en otros destinos asiáticos.

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Experiencia de los primeros viajeros: lo que realmente se puede ver y hacer

Según las agencias de viaje que han organizado los primeros tours, la experiencia en Rason es limitada, pero presenta algunas sorpresas. Aunque históricamente los turistas debían seguir normas estrictas sobre qué podían fotografiar, los viajeros recientes han reportado menos restricciones a la hora de captar escenas cotidianas que antes habrían estado prohibidas. Sin embargo, el control sigue siendo omnipresente. 

Corea del Norte reabre turismo

Los visitantes no pueden moverse libremente ni interactuar con la población local sin supervisión. Sin Internet y con una infraestructura pre-digital anclada en el pasado, la sensación general es la de estar en la década de los ochenta. Para algunos turistas, este anacronismo es precisamente parte del atractivo de Corea del Norte; para otros, una prueba más del férreo control estatal.

El turismo como estrategia económica y política de Kim Jong-un

Más allá del atractivo turístico, la reapertura obedece a una estrategia económica y política cuidadosamente calculada. Corea del Norte no ha reabierto el turismo por gusto, sino por necesidad. La economía norcoreana, debilitada por años de aislamiento y sanciones internacionales, necesita desesperadamente divisas extranjeras.

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Los turistas, especialmente los chinos, representan una fuente de ingresos crucial. Al mismo tiempo, la reapertura parcial envía una señal al exterior de que Corea del Norte está dispuesta a cierto grado de apertura, aunque siempre bajo sus propias reglas. Esta doble estrategia permite al régimen proyectar una imagen de normalización sin comprometer su control absoluto sobre la sociedad.

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Restricciones y riesgos para los visitantes

Viajar a Corea del Norte sigue siendo una experiencia cargada de restricciones y riesgos. Los itinerarios están predefinidos y vigilados, y cualquier malentendido con las autoridades norcoreanas o intento de desviarse del programa puede acarrear serias consecuencias. La interacción con la población local se limita únicamente a los guías oficiales del régimen, y la posibilidad de hacer fotos o grabar videos está sujeta a las indicaciones del acompañante.

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Además, las infraestructuras sanitarias son limitadas en caso de emergencia, lo que añade un riesgo extra para quienes sufran problemas médicos durante su estancia. La incertidumbre política y la posibilidad de cambios repentinos en las regulaciones agravan aún más la sensación de vulnerabilidad. Corea del Norte podría cerrar de nuevo sus fronteras de nuevo en cualquier momento.

¿Vale la pena viajar a Corea del Norte en 2025?

La decisión de viajar a Corea del Norte depende en gran medida de las expectativas de cada persona. Para quienes buscan una experiencia única y están dispuestos a aceptar las restricciones, la reapertura ofrece la oportunidad de presenciar uno de los países más herméticos del mundo.

Sin embargo, aquellos que valoran la libertad de expresión y movimiento y la interacción real y sin adulterar con la población local pueden sentirse frustrados por las limitaciones impuestas. El riesgo inherente a la situación política del país y quedar atrapado allí añaden más dudas si caben a la ecuación.

El futuro del turismo en Corea del Norte: el país más hermético del mundo

Corea del Norte reabre sus fronteras al turismo. Esto es, sin duda, un acontecimiento significativo, pero también una muestra de que están dispuestos a abrirse al mundo en la medida en que puedan controlar cada aspecto de la experiencia. Su apuesta por Rason como foco turístico muestra que el régimen de Kim Jong-un quiere atraer visitantes, pero sin perder el control absoluto sobre lo que se muestra y lo que no.

A corto plazo, el turismo en Corea del Norte seguirá siendo una experiencia para unos pocos aventureros dispuestos a aceptar las reglas del juego. A largo plazo, la gran pregunta es: ¿será esto el inicio de una apertura real o solo un espejismo pasajero?

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