Fez no es otra ciudad más que debas ver en Marruecos; es un viaje a otro mundo. A diferencia de Marrakech, aquí puedes disfrutar de una experiencia mucho más auténtica, sin sentirte agobiado por los vendedores o las hordas de turistas.
Durante mi viaje a Fez, me propuse descubrir los rincones más emblemáticos de la ciudad y disfrutar de la esencia marroquí en su máxima expresión. Me alojé en un Riad, una de las mejores decisiones que tomé, ya que la experiencia de dormir en una casa tradicional marroquí es única. Desde el aroma del té de menta hasta los vivos colores de los muchos zocos de la ciudad, todo en Fez es un espectáculo para los sentidos.
Si planeas visitar esta joya marroquí, te recomiendo dejarte de rodeos y centrarte en sus lugares más icónicos. En este artículo, te llevaré a través de 12+1 sitios imprescindibles que tienes que ver en Fez, sí o sí.
Bab Bou Jeloud: La imponente puerta azul de la Medina Fez el-Bali
Entrar en la Medina de Fez el-Bali por Bab Boujeloud es como cruzar un umbral hacia otra época. Esta espectacular puerta, también conocida como la Puerta Azul, es la principal entrada a la Medina y un punto de referencia imprescindible en Fez.

Construida a principios del siglo XX, Bab Bou Jeloud es una de las puertas más bellas de Marruecos. Su fachada está decorada con mosaicos de azulejos azules y motivos geométricos que reflejan a la perfección el arte islámico más tradicional. Algo curioso es que su cara interna es de color verde, simbolizando el Islam, mientras que el azul exterior representa Fez.

Bab Boujeloud no solo es una entrada a la Medina, sino que también es el punto de inicio de dos de sus calles más importantes: Tala’a Sghira y Tala’a Kbira. Estas calles están repletas de tiendas, restaurantes y puestos de comida donde puedes probar un delicioso tajín o una pastela marroquí. Nada más cruzar el umbral, sentí cómo el ambiente cambiaba. El bullicio de la Medina me envolvía y los aromas a especias y pan recién horneado lo llenaban todo. Decidí sentarme en una terraza cercana y tomar un zumo de naranja recién exprimido mientras observaba el ir y venir de la gente. Sin duda, un gran punto de partida para explorar Fez.
Madrasa o Madraza Bou Inania
La Madrasa Bou Inania es una de las joyas arquitectónicas más impresionantes de Fez y un lugar que tienes que ver. Se trata de una antigua escuela coránica construida en el siglo XIV, que hoy en día sigue siendo uno de los pocos edificios religiosos accesibles para los no musulmanes. En Marruecos, las madrasas eran centros de enseñanza del Corán y otros conocimientos islámicos. La Madrasa Bou Inania no solo cumplía esa función, sino que también servía como residencia para los estudiantes.

Nada más cruzar sus puertas, quedé maravillado por la riqueza de su decoración. Sus paredes talladas a mano en estuco y madera son una obra de arte, y la combinación de azulejos con motivos geométricos la convierte en un espectáculo para la vista. En el centro, una fuente sigue en funcionamiento para que los fieles puedan purificarse antes de la oración.

Lo que más me impactó fue la tranquilidad que se respiraba allí. A pesar del ruido de la Medina, en su interior solo se escuchaba el sonido del agua de la fuente. Durante unos minutos, me quedé absorto admirando cada detalle de la arquitectura y la delicadeza de cada ornamento.
Fuente de Nejjarine: Un tesoro escondido en la Medina
Ubicada en una pequeña plaza que lleva su mismo nombre dentro del barrio de los carpinteros, la Fuente de Nejjarine es la fuente más antigua y hermosa de Fez. Construida en el siglo XVII, esta fuente ha servido durante siglos como punto de abastecimiento de agua para los fezíes.

La fuente se encuentra junto a la Fondouk Nejjarine, un antiguo caravanserai donde los comerciantes solían hospedarse y almacenar sus mercancías. Hoy en día, este edificio alberga el Museo de Arte y Artesanía de la Madera. Recuerdo ver a varias personas llenando sus garrafas en la fuente. Me pareció increíble cómo, a pesar de los siglos, sigue cumpliendo su función original. Sin embargo, no te recomiendo beber el agua directamente de la fuente, ya que tu estómago podría no estar acostumbrado. Mejor opta por agua embotellada.
Mausoleo de Mulay Idrís II
El Mausoleo de Mulay Idrís II es uno de los lugares más sagrados de Marruecos y está ubicado en el corazón de la Medina.

Mulay Idrís II fue el fundador de Fez en el siglo IX y es considerado un santo en Marruecos. Su tumba fue descubierta en el siglo XIII y, desde entonces, este lugar se ha convertido en un importante lugar de peregrinación. El mausoleo solo está abierto para musulmanes, pero los no musulmanes pueden acercarse hasta su entrada y admirar su impresionante arquitectura desde fuera. Aunque yo no pude entrar, contemplar su monumental puerta fue una gran experiencia.
Madrasa Al Attarine
Situada justo al lado de la histórica Mezquita Al Karaouine, en pleno corazón de la Medina de Fez, la Madrasa Al Attarine es una de las madrasas más bellas del mundo islámico. Fue construida entre 1323 y 1325 bajo el mandato del sultán Abu Said, en pleno apogeo de la dinastía meriní. Este centro no era solo un lugar de aprendizaje religioso, sino también de convivencia, donde los estudiantes del Corán vivían y memorizaban cada versículo verso a verso. Aunque dejó de funcionar oficialmente en los años 60.

Su interior es una lección de equilibrio y estética. Al entrar, lo primero que ves es un patio central con una fuente de mármol, decorado con mosaicos que incluyen pasajes del Corán. A su alrededor, una sinfonía de estucos esculpidos, madera de cedro tallada con minuciosidad y relieves que parecen bordados en piedra. Más allá, una sala de oración coronada con una cúpula de madera te lleva a una experiencia espiritual, incluso para quienes no profesan el islam. Al fondo, se encuentra el mihrab, esa hornacina que señala la dirección hacia donde está La Meca y que en este caso está bellamente decorada.

En los pisos superiores están las pequeñas habitaciones donde vivían los estudiantes, muchas de las cuales conservan aún parte de su estructura original. No sabría decirte si me gustó más esta o la Madrasa Bou Inania, ambas son espectaculares. Cada mosaico, cada trazo, parece medido al milímetro. Al salir, me acerqué al exterior de la Zaouïa de Sidi Ahmed Tijani, una preciosa mezquita-mausoleo donde descansa uno de los santos más venerados de marruecos.
Plaza Seffarine
Pocas plazas en Fez tienen una vibra tan auténtica como la Plaza Seffarine, una joya dentro de la Medina. Este rincón, ubicado cerca de la biblioteca de la Mezquita Al Karaouine, está dedicado al gremio de los caldereros, artesanos que desde tiempos inmemoriales trabajan el cobre con técnicas ancestrales. Aquí el sonido de los martillos chocando con el metal no cesa. Es un concierto rítmico que llena la plaza con identidad propia. Los artesanos fabrican y reparan todo tipo de utensilios: teteras, bandejas, ollas…, todos con ese brillo especial del cobre pulido a mano.

En uno de sus laterales se encuentra la Madrasa Seffarine, y a unos pasos la Cherratine. Aunque menos ornamentadas que otras, siguen siendo testigos de la vida académica que floreció en esta ciudad. Esta zona me pareció fascinante. Me quedé bastante rato observando cómo los caldereros moldeaban el metal con una destreza hipnótica. El sonido de sus martillos marcaba el ritmo de la plaza. No había turistas, solo yo y el eco de la tradición. Sin duda, fue uno de esos momentos en los que te das cuenta de que estás viviendo algo único, algo que ha permanecido inalterado durante siglos.
Curtiduría Chouwara
Hablar de Fez y no mencionar su curtido es quedarse corto. Y si hablamos de curtido, hay un nombre que resalta sobre todos en Fez y que tienes que ver obligatoriamente: la Curtiduría Chouwara.

Es la más grande, antigua y famosa de las curtidurías de Fez. Desde las terrazas de las tiendas y edificios cercanos, se puede contemplar una estampa que parece sacada de otro siglo: decenas de pozas redondas llenas de tintes naturales, trabajadores metidos hasta las rodillas en piel, y un olor… inolvidable. Aquí se tiñen y preparan pieles de vaca, cabra, camello y cordero de forma completamente artesanal. No hay máquinas, solo manos, esfuerzo y conocimiento ancestral.

Para ver bien la curtiduría hay que acceder a alguna tienda con terraza, y esto implica sortear un mar de vendedores que te ofrecerán su “ayuda” para llevarte hasta ella. A cambio, se espera una propina o que le compres algo. Te recomiendo llevar una ramita de menta en la nariz, como hacen los fezíes. El olor es realmente fuerte, pero vale la pena. Desde lo alto, ver el conjunto de pozas multicolores es espectacular, crudo y real. Un ejemplo de cómo Fez mantiene viva su tradición incluso en medio de la vorágine turística.
Barrio Andaluz de Fez
Al otro lado del río Oued Fès, en la parte este de la Medina, se encuentra el Barrio Andaluz o de los andaluces, un rincón poco turístico pero profundamente evocador. Este barrio nació en el siglo IX, cuando miles de andalusíes, en su mayoría procedentes de Córdoba, huyeron de los conflictos armados y encontraron refugio en Fez. Llevaron consigo su arte, su arquitectura y su visión del mundo. El principal icono del barrio es la Mezquita de los Andaluces, construida en el siglo IX, reconocible por su minarete en blanco y verde, los colores de la bandera andaluza. Cerca de allí puedes visitar también la madrasa Es Sahrij del siglo XIV con un patio muy bonito que incluye una fuente central.

A diferencia de otras zonas de la Medina, aquí todo va más despacio. Las calles son estrechas, hay muy pocos turistas y se respira un aire distinto, como si el tiempo se hubiese congelado. Yo, como buen jiennense, no podía perderme este barrio. Me emocionó pensar que quizás algún antepasado mío anduvo por aquí hace siglos. Aunque visualmente es una zona más pobre, quizás porque no es tan turística ni está tan cuidada, me pareció un sitio con mucha alma.
Plaza R’Cif
Después de horas andando por la intrincada Medina de Fez, la Plaza R’Cif se presenta como un auténtico oasis urbano donde se mezclan la vida local, el bullicio de familias y turistas y el merecido descanso. Esta explanada, que toma su nombre de la puerta Bab R’Cif que la resguarda, se convierte en el lugar perfecto para detenerse, respirar y absorber otra cara de la ciudad: la más cotidiana, la más vivida por los propios habitantes de Fez.

Durante el día, es una zona de paso, por momentos algo dura por el sol abrasador que golpea la piedra sin tregua. Pero por la noche es cuando esta plaza revela su verdadera cara. A partir de las 20:00, todo cambia. El ambiente se transforma y se llena de vida: puestos de comida, familias paseando, niños jugando, vendedores ambulantes y un aire festivo que no encontrarás en ninguna otra parte de la ciudad. Es, sin exagerar, mi lugar favorito de la noche fecí. La autenticidad de este rincón no tiene competencia.

Además, es un excelente punto de referencia para orientarse en la Medina, ya que confluyen las puertas de Bab R’Cif y Bab Sid L’Aquad. Y si te apetece hacer una pausa, la terraza del Riad Rcif es perfecta para tomarse un té con menta mientras observas la vida pasar. Estas pequeñas paradas, para tomar un té o un zumo, no solo te permiten descansar, sino también reconectar con la ciudad desde otra perspectiva, mucho más cercana y humana.
Palacio Real de Fez: siete puertas, mil simbolismos
Aunque no se puede ver por dentro, el Palacio Real de Fez es uno de esos lugares que hay que ver sí o sí. Su fachada imponente, sus dimensiones colosales y la riqueza decorativa de sus puertas doradas lo convierten en una parada imprescindible. Este complejo, que data del siglo XIV, se encuentra fuera de las murallas de la Medina precisamente por su enorme tamaño: 80 hectáreas de terreno reservado exclusivamente para la realeza marroquí.

El acceso está restringido al público, ya que es una de las residencias oficiales del rey Mohamed VI, pero lo que se puede ver desde fuera es sencillamente espectacular: siete puertas de madera maciza forradas de bronce, enmarcadas por azulejos tradicionales en tonos azules y verdes, colores profundamente ligados a la identidad de Fez y al simbolismo del Islam. Estas puertas representan los siete días de la semana y los siete grados de la monarquía.

Una de las caras de este palacio incluso ha sido portada de la guía Lonely Planet de Marruecos, y eso ya es decir bastante. El paseo hasta aquí desde Bab Boujloud es toda una experiencia, no solo por el destino final, sino por el trayecto: zocos, el Barrio Judío y escenas del día a día te acompañarán durante todo el camino.
Barrio judio de Fez: El Mellah
Muy cerca del Palacio Real se encuentra El Mellah, el barrio judío de Fez, y posiblemente el mejor conservado de todo Marruecos. Fundado a mediados del siglo XV, este enclave nació cuando la comunidad hebrea, empujada por tensiones sociales, se trasladó desde la Medina más antigua para continuar su actividad comercial bajo la protección del sultán. Fue una etapa dorada que duró hasta que las circunstancias forzaron su emigración masiva a Israel, Canadá y Estados Unidos.

Hoy, pasear por el Mellah es caminar por un testimonio vivo de esa época. Sus edificios destacan por los balcones exteriores con rejas, una característica que contrasta profundamente con la arquitectura musulmana, donde la vida gira en torno a patios interiores. El barrio se articula alrededor de su arteria principal, Rue Mellah, y ofrece rincones tan singulares como la Sinagoga de Ben Dannan, el cementerio judío y el zoco de los joyeros, donde las joyerías brillan tanto como su historia.

El nombre “Mellah” proviene del árabe y significa “sal”, ya que este mineral tenía un gran valor y se usaba como moneda de cambio. Con el tiempo, el término acabó designando a todas las juderías del país.
Tumbas Meriníes: sube a ver el mejor atardecer de Fez
A veces los lugares no destacan por lo que tienen, sino por lo que te hacen sentir. Las Tumbas Meriníes, ubicadas en una colina al norte de la Medina Fez el-Bali, muy cerca de la puerta Bab Guissa, son el mejor ejemplo de ello. Aunque sus ruinas pueden parecer modestas en comparación con otros monumentos de la ciudad, las vistas que ofrecen sobre Fez y sus alrededores son absolutamente inolvidables.

Estas tumbas fueron construidas en el siglo XIV por la dinastía Meriní, una de las más influyentes del Marruecos medieval, como último lugar de descanso para sus sultanes. De hecho, los últimos de la familia están enterrados aquí, mientras que los primeros reposan en la necrópolis Chellah, en Rabat.

Desde lo alto de esta colina, no solo se puede admirar la extensión interminable de tejados, minaretes y callejuelas, sino que también se respira una atmósfera de paz y conexión histórica. Es el lugar ideal para ver el atardecer, con la ciudad bañada en tonos dorados que hacen aún más mágica la experiencia. Quizá no sea el sitio más famoso o fotogénico a nivel monumental, pero si quieres sentir algo distinto, este es tu sitio. Las tumbas Meriníes son uno de esos rincones secretos de Fez que te transportan a la Edad Media y te regalan una postal que no se borra fácilmente de la memoria.
Zocos de Fez: piérdete en el arte del regateo
Ningún viaje a Fez estaría completo sin sumergirse en sus zocos: esos mercados tradicionales árabes donde el caos cobra sentido, el tiempo se diluye y cada esquina es una invitación a descubrir un nuevo aroma, textura o conversación. Situados en pleno corazón de la Medina Fez el-Bali, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, los zocos están organizados por gremios, como si cada uno tuviera su propio microcosmos de oficios y secretos ancestrales. Y si bien pueden parecer caóticos al principio, hay un orden implícito, un ritmo que se entiende con los pasos y que se disfruta con todos los sentidos.

Comprar en los zocos de Fez no es simplemente consumir, es vivir una experiencia. Para encontrar buenas piezas a precios razonables, el regateo es casi un ritual: una danza entre el vendedor y el comprador donde se mezcla la psicología, el respeto y el arte de la persuasión. Y aquí va un consejo importante: regatea con una sonrisa, siempre desde el respeto y valorando el trabajo del artesano. Eso también es parte de ser un turista responsable y consciente.
Los zocos más conocidos de Fez que te recomiendo ver son los siguientes:
- Zoco Attarine, un estallido de especias y productos farmacéuticos.
- Zoco Henna, donde se venden productos cosméticos naturales como la famosa henna, aceites esenciales y remedios tradicionales.
- Zoco Ain Allou, un paraíso del cuero: babuchas, bolsos, carteras, cinturones, y cualquier objeto de marroquinería artesanal que puedas imaginar.
- Zoco Nejjarine, dominado por el sonido del cincel sobre la madera, repleto de artesanos carpinteros que trabajan con una dedicación hipnótica.
- Zoco Chemainne, ideal para los más golosos o quienes buscan un tentempié: dátiles, almendras, nueces, avellanas o cacahuetes te esperan en cada esquina.
- Zoco Sekkatine, donde los vendedores ofrecen equipamiento para caballos y mulas.
- Zoco Ech Chabine, al norte del Attarine, famoso por ese olor envolvente a plantas medicinales, perfecto para quienes buscan productos tradicionales y terapéuticos.

Para no perderse (demasiado), las dos calles principales de la Medina funcionan como ejes de orientación que te ayudarás a llegar a los zocos más emblemáticos. Aunque, siendo sinceros, perderse por aquí es parte del juego. Y muchas veces, los mejores descubrimientos surgen así, en la más absoluta improvisación.
Excursiones desde Fez: alargando la magia más allá de la Medina
Fez es, sin duda, uno de los destinos más completos e intensos de Marruecos. Pero si te queda algo de tiempo en la mochila y el cuerpo aún aguanta unas cuantas aventuras más, hay varias excursiones cercanas que te pueden abrir una nueva ventana a la diversidad del país. Desde paisajes desérticos hasta ruinas romanas, pasando por ciudades azules o pequeños pueblecitos… lo difícil será elegir solo una.
Desierto de Merzouga
Una de las escapadas más icónicas desde Fez (y una de esas experiencias que dejan huella) es la ruta hacia el Desierto de Merzouga, en pleno corazón del Sahara. Puedes contratar una excursión de dos días que, además, suele terminar en Marrakech, lo cual es una forma redonda de cruzar Marruecos por el interior.

Las dunas del Erg Chebbi, los camellos, los campamentos bajo las estrellas y el silencio del desierto al amanecer te aseguro que son momentos que se graban a fuego. Aunque el trayecto desde Fez es largo, la experiencia merece cada kilómetro recorrido.
Meknes, Volubilis y Moulay Idriss
Otra opción interesantísima es combinar en una solo jornada tres joyas históricas: Meknes, Volubilis y Moulay Idriss. Eso sí, mi recomendación es hacer noche en Meknes, como hice yo.

Intentar ver los tres lugares en un solo día desde Fez puede ser algo caótico, especialmente si quieres disfrutar cada sitio con calma y no hacer una carrera contra el reloj.

Meknes, con su mezcla de arquitectura imperial y ambiente tranquilo, te enamora poco a poco. Volubilis, por otro lado, es una postal del pasado romano, con columnas que se recortan contra el cielo marroquí. Y Moulay Idriss tiene ese encanto espiritual y auténtico que lo hace único.

Si prefieres no preocuparte por los traslados, también puedes reservar una excursión organizada muy completa que sale y vuelve a Fez.
Rabat: la capital de Marruecos
¿Te apetece ir a una ciudad con otro aire? Rabat, la capital de Marruecos, está a un cómodo trayecto en tren desde Fez. Allí cambia el ritmo, la arquitectura se vuelve más moderna y las avenidas anchas invitan a pasear con otra energía. Es un buen contraste si ya llevas varios días sumergido en la Medina.

Entre sus imprescindibles están la Torre Hassan, el Mausoleo de Mohamed V, la Kasbah de los Udayas y la medina costera. Si lo prefieres, también puedes unirte a una excursión organizada para no complicarte con los horarios ni el transporte.
Chefchaouen: la ciudad azul
Y si hay un lugar que parece sacado de un sueño, ese es Chefchaouen. La famosa ciudad azul se ha ganado a pulso su lugar en el corazón de los viajeros: sus callejuelas, fachadas pintadas en infinitos tonos de azul, y la calma que se respira en cada rincón la convierten en una de las escapadas más bonitas desde Fez.

Puedes llegar por tu cuenta, como hice yo en una visita anterior, o bien reservar una excursión organizada para ir sin preocupaciones. De cualquier forma, el viaje merece la pena.
Si lo deseas, puede ver todas las opciones disponibles de excursiones, alojamientos, transportes y restaurantes en Fez utilizando los simbolitos que encontrarás aqui abajo.